martes, enero 13, 2009

El ocaso de la filosofía

Dado que los lectores se han pronunciado respecto al blog de ayer como "el más horrible del año" y yo mismo lo juzgué así a los pocos minutos de publicarlo, capturo a continuación una reflexión en torno a porqué estoy escribiendo tan canceroy. Ojalá no salga tan mal como lo de ayer.´
He dicho reiteradas ocasiones que no considero de mi mismo ser lo que se dice "un filósofo"; tal afirmación es un lugar común en quienes desempeñan la filosofía como profesión, no estoy diciendo nada que no sea políticamente correcto decir... No sobra, no obstante, pues es una realidad palpable que existen los pitufos filósofos, que cargan libros, repiten frases, hablan con un acentito peculiar y piensan de sí que son intelectuales, y por lo tanto mejores que cualquier otro mortal... Y temo mucho más terminar siendo como aquellos que como los profesionales de la filosofía promedio que dicen de sí no ser lo que se suele pensar como Filósofos...
Al salir de la licenciatura alcancé el que espero no sea el hito de mi pensamiento, que fue una crítica dura a Gadamer sobre la que no quiero regresar (a) porque me da flojera y (b) porque recién temí después de todo no estar tan en lo cierto...
El asunto es que mis herramientas filosóficas estaban afiladísimas, podía abordar textos, sacar ideas, trabajar como mula para obtener argumentos... Los años siguientes estudié la maestría con más agilidad que con empeño; fuí sorteando los cursos para obtener un promedio decoroso y sacar adelante mi trabajo burocrático...
Nunca pensé que el trabajo fuera un obstáculo para mis estudios de otro modo distinto al consumo de tiempo, pero recién descubrí que el proceso de involución al que te arrastra la burocracia no da tregua, devora todo lo que hay a su paso, y nada de lo que es uno es inmune a su influjo.
Estoy contento porque ciertamente puedo escribir mejor que antes, pero desde la semana pasada noté que no puedo escribir filosofía... En otro momento cabrá la reflexión en torno a cómo se escribe tal cosa, cuando menos según los rigores académicos y profesionales; por lo pronto habrá que creerme cuando digo que no puedo hacerlo, no como solía... Me cuesta trabajo leer, me cuesta concentrarme y es que me he acostumbrado a pasar tiempo esperando a que alguien me interrumpa con preguntas tontas o cosas que ya dije: Me estoy haciendo al modo de ser que la burocracia me demanda.
Alerta como estoy de esta amenaza, agradezco a los lectores de este blog por la fina atención prestada; no sé si dejaré de publicar un tiempo, lo dudo porque en lo general las ideas que aquí aparecen andan chisporroteantes por mi mente y es mejor vertirlas en este espacio que dejarlas ahí haciendo ruido.
Procuraré pues poner freno a la involución intelectual antes de que termine de mutar en una bestia tipo Altered Beast, que es la única ocasión en que recuerdo que un animal cacahuatero haya logrado seducir a Atenea...

1 comentario:

Námaste Heptákis dijo...

En alguna carta a Alfonso Reyes, Octavio Paz le confiesa su hartazgo de la vida burocrática, pues le absorbe tanto tiempo que no le deja dedicarse a la poesía. Después de varias cartas en que se menciona el asunto, cuando uno lee su correspondencia completa, se da cuenta que Paz, al igual que Reyes algunos años antes, está condenado a llevar, por decirlo así, una doble vida, pues no se puede dejar de lado el deseo de escribir cuando está realmente presente. Por ello, quizás a veces no podemos escribir "filosofía". ¿Cómo recuperar el deseo? No sé. Pero dijo Borges en alguna entrevista, creo que en 1980, que su padre le recomendó que leyera mucho, que no dejara de leer, y que sólo cuando sienta impostergable el imperioso deseo de escribir, escribiese; así, según dijo, las cosas saldrían más o menos decentes. Al menos los tres citados son grandes escritores, quizás algo puedan enseñarnos.