miércoles, mayo 14, 2008

Hay cosas que un hombre no puede tolerar

Estoy hablando de la tolerancia no en el sentido de resistencia, sino pensándola como algo vinculado con la voluntad y la conjunción de la racionalidad del sujeto con su sensibilidad... Lo que uno pueda resistir o soportar es distinto. Son conceptos que fácilmente encuentran una ilustración física: "La repisa soporta 45 kilos"... "665 elefantes se columpiaban sobre la tela de una araña; como veían que resistía, fueron a llamar a otro elefante"...

La tolerancia es un concepto de otro orden. Tolerar es distinto de soportar, aguantar, resistir... Tolerar implica poner la voluntad en que un fenómeno que nos afecta siga sucediendo, aún cuando nos resulte molesto o nocivo en alguna manera. Sí, la tolerancia, para ser tal, implica que aceptemos algo que nos afecta; para un desarrollo profuso del tema se puede encontrar en Controversias Conceptuales de Raúl Alcalá, el libro es del 2004 y está disponible en librerías de la UNAM; si no lo hayan o les da pereza buscarlo, pueden chutarse un artículo del 2000 aquí.

El asunto es que uno escoge qué tolera y qué no, las aplicaciones multiculturales por ejemplo son situaciones en las que resulta relevante discutir sobre los márgenes que han de acotar la noción de tolerancia, hasta dónde resultan admisibles las costumbres y valores del occidente posmoderno para medio oriente y viceversa; en corto, hasta dónde resultan admisibles las costumbres de los pueblos indígenas respecto a las costumbres citadinas... Y así sigue.
El asunto en este blog no es tanto la tolerancia -por eso puse la referencia- sino la intolerancia: ¿Hasta dónde debe uno permitir que lleguen las cosas? Regularmente este punto es dado más como reacción que como decisión. Los límites son dados por nuestros valores, si depositamos -por decir- una fuerte carga axiológica en nuestro auto, será una catástrofe y una afrenta que reclama venganza que alguien raye lo raye; otro lugar sensible podría ser el honor materno, a veces desdibujado por la fluidez con que en nuestra ciudad se mientan madres... En todos los casos hay qué matizar... "hay qué tomar las cosas de quien vienen" dice el Tripas, y tiene razón... Una mentada de madre es un acto del lenguaje; muy distinto sería si alguien insulta a nuestra madre directamente... Entonces sí...
Hay tres aspectos en que podemos resultar ofendidos, primero está una afrenta física, lugo una emocional que regularmente es a través de las palabras, aunque también puede ser por la via simbólica (digamos quemando el altar de la Virgen) y una última respecto a la cual se suele considerar -con ambigua validez- intolerante a quien resulta ofendido y protesta: Una ofensa a la razón.
Descendentemente podemos caracterizar las cosas... La afrenta a la razón es tal vez la más fácil de tolerar, primordialmente porque muy pronto se puede concluir que el ofensor a fin de cuentas no tiene la culpa de ser tan güey; eso sí, hay que tener límites respecto a la recurrencia, pertinencia, intencionalidad... Varias cosas que eviten que una cosa aparentemente nimia se torne seria.
En cuanto a las emociones, pues no es difícil de comprender. Hay actos físicos simbólicos y del lenguaje que lastiman... Ya mismo estoy evaluando la idea de ir al Club América a orinar su escudo mugroso con el puro y prístino afán de ofender... ¿No les disgustaría? ¡Claro que sí!, es algo importante para ellos, y ciertamente no quisiera que vinieran a hacer sus guarradas aqui a CU, ya es bastante con tolerar sus visitas infaustas cada 6 meses...
Una afrenta física, puede tener varias formas, desde la simbólica recien referida hasta un golpe, una caricia vulgar (por cierto, ¡bien por la iniciativa de Marcelo), señas obscenas y finalmente los golpes.
Considero que lo más deseable es tener claridad respecto a cuándo y en qué forma reaccionaría uno frente a una afrenta... Agarrarse a golpes con todos los que transgreden las reglas de la lógica es un exceso, como lo es también bajarse a insultar y gritonear por una mentada de madre... ¿dónde es que uno debe decidir que no hay más opción?
Odiaría estar en el lugar del lector del blog y que el marica del autor no dijera su postura, así que ahí les va:
Agresión física directa: Sin pensarlo, duro y a la cabeza.
Ofensa verbal a uno: Se contesta y punto, no pasa nada.
Ofensa verbal directa a nuestros seres queridos: Ya valieron madre.
Creo que uno debe guardar la prudencia respecto a lo que le hacen, pero es claramente distinto si la afrenta va sobre alguien a quien queremos... ¿Cuándo si no hay que rockear?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cierto es que, es de lo más naco tomarse la molestia de ir a orinar el escudo del club de fútbol América, pues a lo que tendrás que atenerte será al jugo humano que se concentra en el transporte público de la ciudad y a que te surren a porrazos los vigilantes del club, a menos que te lleves al Dr. Alcalá para que te eche aguas.

Ser intolerante es lo de hoy Gin, al menos a la lactosa y a los emos, que si uno se detiene a meditarlo, son bastante similes.

Me parece un tema bien sabroso, aunque hubiese sido mejor que lo aterrizaras con tu puma ejemplo, ya que pocas personas tan intolerantes como TÚ :)

¡Órale pues Llin! Me retiro que ni mi cama, el aseo o la comida se hacen por si solas -_-.

Anónimo dijo...

Yo apyo al Criter Gigante (si es él verdad?) intolerar rules...los blackers somos intolerantes por naturaleza... y por eso yo estoy en pro de las clases de civismo en la calle...