jueves, diciembre 04, 2008

Por qué no puedo creer en Calderón

Amén de la desconfianza que las matemáticas siembran en torno al método por el que accedió a la presidencia, de su traje de tontín, de su campaña pambolera y falaz, de la campaña difamatoria y falaz que dirigió a sus contendientes, de que cuando lo tenga en la mira la increparé sin temor al mañana... Se ha dicho y es difícil no estar de acuerdo con ello, que el mensaje del presidente FECAL luego de la muerte de Mouriño aquel martes de carnaval fue decoroso.
No me imagino lo que hubiera hecho el ridículo de Fox en su lugar... Decir algún chiste baboso y de peor gusto que su persona... Divertido hubiera sido que el mensaje lo diera Chepina Vázquez Mota, lamentando que muriera Castrens o algún otro miembro del gabinetillo.
Habló el presidente FECAL y lo hizo con decoro.
¿Podemos pensar cosas mejores de él?
Diré, contestando un diálogo inconcluso y, en respuesta a las nada insensatas razones esgrimidas
aquí que: Es cierto que una fortaleza propia de quienes son nobles es lo que se demanda de quien pretende hacer frente a la muerte de un gran amigo.
No puedo creer en Calderón porque muchas situaciones en torno a tal personaje están veladas, tan es así, que el sospechosismo nuestro de cada día encuentra impulso en las siguientes ¿En verdad eran amigos tan grandes?, ¿Es la serenidad de Calderón síntoma de grandeza?, ¿es su estoicismo tal, o el asunto no le tomó tan por sorpresa?
No, los personajes políticos no son tan transparentes como uno quisiera, cuando menos no lo suficientemente transparentes como para poder confiar en ellos o en las virtudes que presuntamente exhiben.
Apenas a unas semanas de la muerte de Mouriño me parece que el Perdido Acción Nacional está ya promoviendo al que podría ser su nuevo "chico superpoderoso" Vinalay, con espectaculares y pendones en los que aparece el funcionario en cuestión con la frente erguida como los niños cumplidos que aparecían en el cuadro de honor; se lee la leyenda "Honestidad" y se espera que los incautos identifiquemos tal noción con el personaje en cuestión...
No dudo que tengan éxito en algunos casos, tampoco postulo que quienes le creyeran a Calderón su agobio de la noche del avionazo estén necesariamente equivocados; simplemente digo que yo no puedo creer en eso, y creo que no hay elementos suficientes para comprar tales ideas.

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