No trataba de ocultar el hecho de que necesitaba un cenicero.
Su manufactura atendió más al interés por contar con un cenicero durable, práctico y que no me costara un quinto que a mi afán por aparentar que no transgredía la norma de no fumar en la oficina... muy poco aquel en realidad.
El libro falso se reinventa una vez más.
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