sábado, julio 18, 2009

Desde la trinchera

Como todos los adictos a las sustancias que alteran el sistema nervioso, me creo muy creativo. Recién les decía que pasando mis pezuñas sobre el teclado presumo estar escribiendo una noveleta; esta mañana se me ocurrió el argumento para una segunda y finalmente tengo los temas de las letras de las canciones de Gordupted que me faltaban (¡qué bueno porque ya se van a grabar!). Para rematar, hoy les comparto un poema épico titulado:

Desde la trinchera.

No puedo hablar por el resto de mis colegas, pero me atrevo a adelantar que es posible que compartieran algunas de las conclusiones a las que llegué y -sobre todo- hayan sentido emociones semejantes a las que ahora experimento.

Se diría que somos conservadores por ser antirebeldes; lo negaríamos porque el negarse a una postura no implica asumirse partidario de su contraria, pero las mentes binarias entienden el tercio excluso como la exclusividad respecto a la razón.

Debo decir que albergo una irrisoria gratitud por el minuto que los paladines de la justicia y lucha social universal tomaron para increparnos, desde su siempre correcto -según ellos y sus pobres madres- juicio, y luego vilipendiándonos difundir nuestro mensaje.

Si fueran mis manos conducidas por hilos al tiempo que blanden palabras sobre tela de araña, probablemente diría cosas parecidas a las que digo, pero ¿estaría tan contento como lo estoy?

A nadie le rendimos cuentas sobre el contento en nuestras almas, si "estás conmigo o contra mi" es la visión de pluralidad de los libertarios, el único temor mortal que sobre mi se cierne es que sea Momo quien me arrebate el último aliento en una sonrisa.

Disfrutamos en nuestra trinchera la deliciosa ironía que luchamos contra la opresión de los libertadores, pedimos apertura de diálogo a los promotores de la diversidad, y lo hacemos en una guerra de Guerrillas.

Disfruto sus calumnias, pues nada se evidencian salvo un hecho que me embriaga de gozo: tienen miedo.

Las ancianas siempre nos recuerdan que el temor son bultos que con nuestros actos cargamos nuestra conciencia.

Lamentarán seguramente haberle cargado tantos, pues los borricos no corren sino en Otumba, y evidénciase siempre que es una mala idea.

Debe ser duro saber que no todos te perciben como redentor de la humanidad, que cada vez menos gente se mueve de la indiferencia al rechazo respecto a tu vacua lucha social, y lo mejor: Ante tus ojos se desmorona la boina de guerrillero con que se coronara tu fantasiosa cabeza.

Halagado, satisfecho y sobre todo muy contento, deléitome con las palabras evidencia de tu miedo.

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Conclusión: Nunca compren mis novelas.

Eso sí, visiten: http://cheguevara-justosierra.blogspot.com/


Otro día les cuento la verdad sobre este escrito.

1 comentario:

metztli dijo...

qué es la vida, sino un telar de deseos, de temores y de muerte, y con lo que cada uno puede traer.
contento y seguro, porque sabes que no eres un guerrillero sino un guerrero.
un abrazo