viernes, abril 17, 2009

De mezquinidad y gloria

Como el tema de las Olimpiadas interesó a los lectores y ya mismo se celebra la VI Olimpiada en Lógica recuperé esta reflexión para reactivar el blog.
Conocí Olimpia un verano en compañía de mi madre. De clima cuernavacense, vegetación abundante y exagerado interés, la locación y sus historias son inspiración de varios lugares comunes posmodernos.
La Olimpiada en Lógica que celebra en este 2009 su sexta edición se sirve de uno de ellos.
¿Por qué se le llama Olimpiada? Ignoro la historia del bautizo de este concurso, pero fácilmente puede aducirse que se le llamó así por razones románticas, al igual que con la llamada "olimpiada del conocimiento" (que luego fue "ruta Juárez" o algo así) en la que por supuesto nunca estuve ni remotamente cerca de participar. Se exalta el ímpetu de los participantes que darían la vida por demostrar en suelo divino que son los favoritos de los dioses, que están dispuestos a dejarlo todo por el triunfo, excepto por el honor, pues abandonar aquel los privaría de plena gloria.
Un dato anecdótico a comprobar -es decir un chisme- dice que ese asunto de ir a las Olimpiadas no era tan deseable para los griegos de la antiguedad como se podría pensar. Se dice que en muchos casos quienes participaban eran esclavos que iban en castigo por mandato de sus amos... Y es que llegar a Olimpia en aquel tiempo era complicado, además llegar a competir, resultaba indeseable.
Para los organizadores de la V Olimpiada en Lógica, es decir, la edición del año pasado, representó desafíos que será pertinente describir como "maratónicos".
La logística comenzó casi desde un año atrás, cuando en la IV Olimpiada celebrada en Morelia se puso sobre la mesa la opción de contar con la Facultad de Estudios Superiores Acatlán como sede. La expedición a Morelia fue memorable por el despliegue de varios tipos de pirotecnia (algunas brasas arden a la fecha en forma de caramelos de fuego); fue también en esa visita que se manifestaron síntomas de la madurez del Seminario de Filosofía de la Lógica que está próximo a cumplir cinco años de existencia.
Las gestiones de espacios y apoyos duraron prácticamente todo el año, parte del problema era que la madurez con que -lineas atrás se presumió- contaba el Seminario de Lógica no era universalmente reconocida, era difícil que nos tomaran en serio pero cumplido el plazo el evento pudo sacarse adelante.
La tarde previa a la Olimpiada pusimos pendones con indicaciones para llegar a Acatlán y lonas conmemorativas en periférico... Nos llovió, nos lastimamos pero todo salió.
Terminamos a las 02:00 aproximadamente, tanto como se pudo evitamos dormir; al llegar a la FESA hubo qué resolver logística de salones, auditorios no abiertos, registro de participantes, acondicionamiento de la sala de profesores, canapés (cómo nos ayudaron esos canapés!), premios, músicos, presentación/conferencia... Una locura...
Contamos con ayuda de buenos amigos, sin ellos... Creo que no lo hubiéramos logrado. Siempre se los agradeceremos... Cuando menos siempre que recordemos el evento.
La agenda era sencilla: Inauguración, aplicación de exámenes, lunch, presentación de armónicos 18 (el dueto de guitarra clásica que se presentó y enloqueció al auditorio), presentación del Dr. Raymundo Morado hablando sobre la importancia de la Lógica, premiación y clausura.
La fase final de la Olimpiada recibió difusión en la prensa y en otros sitios como este.

Claro, no se puede dar gusto a todo mundo... brevemente referiré que el ilustre segundo lugar se quejó por que no se sirvieron manjares de alta cocina... (como si estuviera acostumbrado a comer) y por tener qué tolerar los dos minutos que habló el diputado que co-patrocinó el evento... Gesto que agradecemos haya tenido.

¿Qué mueve a la gente entonces a participar en una Olimpiada en Lógica? En muchos casos felizmente es entusiasmo, curiosidad, fervor por la materia; en otros juzgo que simplemente una triste agenda social, dudo que haya más razones para atender voluntariamente a un evento con displacencia.

Creo que difícilmente toda la gente puede saber el esfuerzo que implica organizar un evento y que salga bien; evidentemente lo que sí sabe el galardonado es cuándo quedarse callado... Ningún vituperio para Raymundo Morado, José Alfredo Amor o los Armónicos 18... Curioso... ¿Será tan difícil reconocer que alguien además de uno puede hacer las cosas bien?

Sí, lo es para los cretinos.
La grandeza de los eventos la aportan sus participantes; la mezquinidad también. En esa misma proporción, puedo decir que muy afortunadamente hay quienes tienen las condiciones para reconocer la olimpiada de 2008 como algo grande.
Sobra que diga lo demás.

1 comentario:

metztli dijo...

así es, sobra.